Una fuerza imparable contra un objeto inamovible; la mística merengue contra la mentalidad alemana: Bayern Múnich contra Real Madrid. El choque de dos conceptos tan igualados ya anticipaba lo que podía ser la ida de las semifinales de la Champions League. No hubo ventaja alguna que pudieran sacarse, cada uno en lo suyo y en lo que mejor domina. El 2-2 final deja todo abierto para la vuelta, en el Santiago Bernabeu.
La aristocracia europea se mueve de maneras misteriosas, nada es lo que parece. La previa pintaba al Bayern Múnich como la víctima perfecta, pero el conjunto alemán suele crecerse ante la adversidad.
Thomas Tuchel ganó la batalla inicial y mandó al frente a sus hombres, ante un Madrid avasallado que solo pudo ver la luz gracias al poco acierto de Sane, Kane y Musiala, que dejaron ir al menos tres oportunidades claras en el arranque.
Sin embargo, en esas condiciones es cuando el Real Madrid se siente más cómodo. Como una premonición, Tuchel había anticipado que el equipo de Ancelotti no necesitaba de un juego demasiado elaborado para generar peligro, le basta con el talento de sus futbolistas.Cuando el Bayern mejor se sentía, Tony Kroos filtró un balón al para dejar solo a Vinicius, que no falló ante la salida del gigante Neuer. Con el Madrid adelante al minuto 23, la historia parecía repetirse, el despropósito del cuadro alemán para aprovechar sus oportunidades y encajar a las primeras de cambio.