El ataque perpetrado hace unos días a los teléfonos celulares de Ricardo Monreal, Víctor Hugo Romo y alcaldes electos ha dejado rastros sobre su autoría. Lo que se presumió inicialmente como posibles espionajes políticos, parece estar más encaminado hacia un simple robo a partir de conocimientos avanzados de tecnologías de la información.
El hackeo a teléfonos celulares de políticos capitalinos registrado hace cinco días fue sólo parte del ataque general que vivieron muchos capitalinos en esa misma fecha. Los hackers utilizaron alguna técnica que aún no se esclarece, pero resultó evidente que su objetivo era controlar los Whatsapps del usuario, a efecto de rastrear sus contactos y generar conversaciones en las que aparecieran temas monetarios y finalmente pedir (ordenar en algunos casos) la transferencia de 22 mil pesos a una cuenta a nombre de “Brandon L”. Invariablemente, la cantidad pedida fue de 22 mil pesos a cada contacto al que se intentó timar.
La estratagema sí produjo dividendos para los delincuentes cibernéticos, puesto que al menos en un par de casos, Crónica confirmó que las víctimas sí hicieron depósitos creyendo que se trataba de peticiones o urgencias del amigo o del jefe.
Las denuncias ante la Fiscalía General de la Ciudad de México consignan estos hechos que ya son investigados para dar con los hackers de los 22 mil pesos.
Una vez que la cadena de hackeos detonó con Ricardo Monreal, ésta pasó a Víctor Hugo Romo (exalcalde de Miguel Hidalgo) y continuó con Adrián Ruvalcaba (alcalde electo de Cuajimalpa), y se sospechó de inmediato que se trataba de una operación estilo Pegasus. No obstante, y a pesar de que se confirmó que en estos casos también había ataques a colaboradores cercanos de estos políticos, el denominador común en todos los casos fue la petición de 22 mil pesos para Brandon L.
En uno de los hackeos a políticos, el ataque se realizó durante la noche, cuando el teléfono celular había dejado de ser utilizado. Por la mañana, el whatsapp ya estaba inoperativo y muchas de las funciones bloqueadas.
Colaboradores y conocidos del político fueron contactados a partir de frases vagas en las que se buscó la ocasión para sacar a cuento la necesidad de hacer una transferencia bancaria por la cantidad aludida.
El envío de capturas de imágenes y otras estratagemas para atacar a los contactos de las víctimas estuvieron presentes. La operación, aparentemente, duro unos pocos días y después, como suele ocurrir en estos casos, la banda se desvaneció en el ciberespacio.